jueves, 7 de junio de 2007

Se encontraron fuera del hall de entrada de la Universidad, como habían acordado.

Ella lo vio y una sonrisa iluminó su cara como una luna nueva. Él la vio y sintió llegar una tregua a su larga desesperanza. Ella rió y él rió. Se abrazaron. Caminaron abrazados por la calle vacía y llena de gente. Ella lloró y él le besó los ojos. Lloraba, un poco por pena y otro poco de alegría. Él le dijo que las cosas se resolverían, que las cosas siempre se resuelven y que no era necesario temer. Ella le dijo que si él se quedaba con ella, no tendría miedo. Él prometió quedarse y la besó en la frente. Ambos sonreían cuando subieron al tren.

Un día, la vida de dos personas puede cambiar para siempre.

3 comentarios:

p dijo...

que hermoso, hermosísimo relato...
nada hay más hermoso que la magia.
(y esta lágrimita curiosa que se escapa para leer eso que me gustó tanto)

Radio AM. dijo...

Gracias por estar siempre.

¡Lo mejor del relato es que no lo imaginé!

Yay!

Beatriz V. dijo...

Me gusta.Besos