El calor de la oficina es parte de la trampa.
Es el calor acogedor en la panza de la gran ballena blanca, mientras allí fuera el frío rompe sus olas contra las paredes ennegrecidas por el tiempo y la desidia.
De a poco irán llegando todos los devorados, sonrientes. Comentarán lo lindo que se está aquí dentro, mientras los jugos gástricos de la economía con sus efervescentes enzimas de números negros y ordenados comiencen a digerir nuestras almas.
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