Me sorprende la modernidad, que es como un monstruo policéfalo.
Tiene, por ejemplo, una cabeza punk rabiosa y otra cabeza pop coronada de lentejuelas. Una cabeza de ojos achinados luego de interminables lecturas de Camus y otra cabeza de ojos enrojecidos por el bombardeo catódico de los reality shows. Una cabeza despeinada, la otra milimétricamente maquillada para resaltar el brillo de los ojos y la pronunciada curva de los pómulos.
Aquellos optimistas entre ustedes, verán las cabezas de la modernidad a medio llenar. Yo las veo medio vacías.
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