viernes, 3 de agosto de 2007

Creo haber descubierto la razón principal por la cual aún no he sido declarado un genio literario a la par de Borges, Cortázar o Kafka, y se trata simplemente de que no tengo, aún, la fotogenia mínima requerida para la solapa interior de un libro.

Ningún escritor con mi cara, desde cuyos trazos definitorios parece surgir un aura iletrada y hasta un reproche tácito hacia el mundo de las letras, puede reclamar membresía alguna, por devaluada que fuere, en el colectivo literario.

¡Y yo aquí, todo este tiempo, pensando que era una cuestión de talento menor!

Como veo la cosa, solamente tengo dos cursos de acción posibles:

O bien me esfuerce por pulir mis rasgos hasta acercarlos lo suficiente a la generalización que daré en llamar "cara de escritor" o, de otro modo, deberé dedicar mi tiempo a aprovechar mis facciones antiliterarias y utilizarlas, a su vez, para fomentar la venta de libros de autoayuda, que bien podría empezar a escribir hoy mismo.

Me encomiendo a los dioses y a las musas para que me ayuden a encontrar una respuesta satisfactoria al dilema aquí planteado.

1 comentario:

p dijo...

no hay photoshop para el talento.