jueves, 5 de julio de 2007


Compró un pasaje al otro lado de todo. Era de ida. Eligió algunos borrones de acuarela para que fueran su horizonte. También tenía algunos poemas en hojas blancas de tamaño A4 (algunas ya empezaban a ponerse amarillas). Estaba enamorado de la brevedad y la inutilidad de esos poemas breves e inútiles. Convengamos que las poesías bien escritas tienden a ser unas bestezuelas de lo más ermitañas y estos poemas eran exactamente de ese tipo. La melancolía lo hacía sonreir. Palpó unas monedas uruguayas en el bolsillo derecho de su pantalón.

Estaba todo elegido. Estaba todo por elegir.


1 comentario:

p dijo...

que hermoso enamorarse de la brevedad.
yo estoy enamorada de la levedad, pero no me corresponde mucho...


(btw, me contaron que en uruguay está guardada el alma de la magia, escondida entre tambores)