lunes, 7 de mayo de 2007

Nuestra cama es una boa constrictor de digestión lenta.

Cada noche nos engulle y nos envuelve en la espuma de un sueño tibio de muerte.

Durante casi un tercio del día trata de digerirnos.

Pero cada mañana, faltando quince minutos para las siete, nos escupe al frío del mundo, desnudos y a medio comer.

Y de noche volvemos, engañados, a sus fauces, drogados en el vértigo de la casi-muerte.

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